Salvemos lo poco de nuestra historia

Por Manuel  Guillermo  Torres  Lopera

Entre la Sierra y el mar se levanta Santa Marta, la primera ciudad fundada en el actual territorio de Colombia, pero su historia empieza mucho antes de 1525, año en el que oficialmente Rodrigo de Bastidas fue su fundador.

Los cronistas cuentan que en 1501 Bastidas y Juan de la Cosa recorrieron la bahía y toda la costa desde el cabo de la vela hasta Urabá. En Santa Marta y Gaira los conquistadores dejaron algunos soldados en los primeros años del siglo XVI, iniciándose en ese entonces el mestizaje samario.

Los indígenas de esta zona fueron grandes ingenieros y arquitectos, quienes desarrollaron los procesos urbanos más adelantado de la Colombia prehispánica. Así mismo, sus trabajos en orfebrería magistrales. Alrededor de la ciudad se conservaron los pueblos de Gaira, Taganga, Mamatoco y Bonda, los cuales funcionaron como su despensa alimenticia.

La historia es de suma importancia como la preservación de los lugares emblemáticos que son testigos de lo que ocurrió en el pasado, la Santa Marta de hoy paulatinamente ha crecido en infraestructura moderna que le genera un desarrollo económico y con relación a la ciudad antigua es triste el deterioro de algunos sitios históricos, la amenaza constante de la construcción que irrespetan la arquitectura colonial y el comercial formal ocupando el espacio público.

El centro histórico un lugar donde me cuentan que era privilegio residir por la cercanía de ir al trabajo, realizar diligencia a entidades públicas y privadas, muy pocas familias se resisten abandonar este sitio, se inició un proyecto de restauración para su recuperación que no se ha terminado en su totalidad y ha sido un fracaso, se cerraron calles estratégicas dificultado la movilidad vehicular, permitieron que comerciantes formales se tomen el espacio público, no se respetó en las construcciones la preservación de la arquitectura colonial y además hay foco de inseguridad y en algunos rincones del sector se ha convertido en ‘letrina publica’.

La bahía lugar donde familias samarias contemplan el bello amanecer y atardecer, hoy se encuentra en el olvido y también hay mucha inseguridad, la restauración del histórico Liceo Celedón y el teatro de Santa Marta, que los samarios están a la espera de la culminación de estas importantes obras.

El tradicional barrio pescaíto tierra de héroes, gente pujante y conquistadores de grandes hazañas, donde se ‘desayuna, se almuerza y se cena con futbol’, me preocupa como se ha venido perdiendo su zona residencial y esto es alarmante la invasión del comercio sin adecuado control por parte de las autoridades se ha tomado lugares importantes del sector, desplazando al nativo, un ejemplo fue el Ancón que quedo solo en recuerdos y decían que era un lugar maravilloso el mar y los cerros eran completamente vecinos de los que lo habitaban.

El estadio Eduardo Santos, donde aquellas tardes nuestro querido Unión Magdalena, derrotó a sus adversarios con sus grandes figuras, cuando aquel domingo 15 de diciembre de 1968 se coronó en este lugar el primer campeón del futbol profesional de la región caribe, hoy el panorama es un total abandono y que sus hijos aclamaban en un tiempo que fuera demolido, gracias a Dios goza de ser patrimonio deportivo de la Nación, cuya restauración no quede en el aire y se ejecute lo más pronto posible.

Mientras Santa Marta ha avanzado en infraestructura moderna, la ciudad antigua se cae a pedazos, en ruinas, sin dolientes y es ausente el sentido de pertenencia, cabe resaltar que los lugares emblemáticos deben cuidarse y conservar porque nos lleva a la mente aquellos hechos históricos y que un pueblo que no recuerda su historia corre el riesgo de repetirla.      

Haga clic para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir