Salvar vidas desde la vacunación: el trabajo de una vacunadora magdalenense

Reconociendo la labor de los profesionales de la salud a través de la historia y la experiencia de Elvis María Barrios, una costeña apasionada y enamorada de este quehacer.

Con esta seguidilla de relatos de los profesionales de la salud que llevan a cabo su misión para inmunizar a la población y cumplir a cabalidad el Plan Nacional de Vacunación contra el Covid-19, seguimos reconociendo el trabajo tan plausible que desempeñan todos y cada uno de ellos, y que ayudan a reforzar el hecho de que poco a poco podremos despertar de este duro sueño que ha significado la pandemia.

Les presentamos a ustedes esta nueva historia sobre el esfuerzo loable que hacen los vacunadores a lo largo y ancho del país. Desde el municipio de Fundación, en el departamento de Magdalena, compartimos la experiencia de Elvis María Barrios Martínez, de 33 años y quien, desde el año 2007, se desempeña como auxiliar de enfermería.

Ella es una magdalenense verraca, bacana, de ‘pura cepa’. Lleva más de 15 años atendiendo este llamado a una vocación a salvar las vidas de miles de niños, niñas y adultos a través de uno de los grandes logros que la ciencia moderna nos ha dado… las vacunas; y que, según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos –CDC, por sus siglas en inglés, se ha calculado que desde el 2000 se podrían haber evitado 37 millones de fallecimientos gracias a ellas.

“Yo imaginé que una vez me graduara iba a trabajar en salas de cirugía, pero no, Dios sabe cómo hace sus cosas y aquí me tiene, en el lugar más indicado para mí. Soy orgullosa de ser vacunadora”.

Dentro del grupo de profesionales dedicados a esta dificultosa tarea, Elvis María se le conoce por su innegable dedicación, pero sobre todo, por su valentía. Como hemos retratado en estos textos, esta labor puede ser de todo, pero menos de considerársele como fácil, más si se cuenta con la ruralidad que tiene Fundación y lo que es desempeñar dicha responsabilidad bajo las

abrasadoras temperaturas del Distrito de Banco en el departamento de Magdalena.

Hablar con ella contagia, y no de la mala forma. Su felicidad y agradecimiento a esta misión que ejecuta con suma comodidad se capta cuando se le escucha: ella sube, baja, camina, corre, monta en ‘bestia’ o en burro, cruza ríos a través de las famosas ‘guayas’, y los nada, … mejor dicho, es una todera, y cuya labor no le incomoda ni es impuesta, lo hace con las ganas de “llegar al deber

cumplido”.

Diferente a las otras experiencias que hemos plasmado en estos relatos de vacunadores, Magdalena tiene una riqueza hidrográfica y orográfica que han mantenido a Elvis al borde de diversas aventuras.

“Esta experiencia es bacanísima, es una aventura. Siempre he amado los desafíos y me le mido a lo que sea, además que no me da miedo, y eso que este pueblo es un horno. No todo el mundo entiende lo que es ser vacunador, más cuando tu campo de trabajo es un municipio como este, tan rural y tan disperso. Tampoco saben lo que es cargar un termo en la mano con las

vacunas y las jeringas y salir a casa bajo las inclemencias del sol y sin saber si vas a volver en la noche”.

También le ha tocado dormir en las casitas de los campesinos y en asentamientos indígenas, porque recordemos que Fundación tiene como particularidad estar acompañada de la Sierra Nevada, la cual ha tenido que visitar constantemente para llevar los biológicos, y que ahora recorre constantemente para esta nueva misión asignada: blindar a la población contra el Covid-19.

Elvis nos cuenta el esfuerzo que ha llevado su equipo para vacunar contra el nuevo coronavirus a los pobladores de Fundación y veredas aledañas, que de igual forma entran en la circunscripción del municipio. A ella la reconocen como la ‘jefe’ de la inmunización en el territorio, aunque su rol no sea más que ser la cara familiar para ellos y quien les administre los biológicos.

Es un reto constante. Comenta ella que transmitir la confianza a una población que no comprende en su integridad el mundo que les rodea, que no cuentan con una educación básica o que simplemente hay una influencia sobre ellos de ciertos sectores económicos que habitan en la zona, no era una idea fácil de acoger y hasta los había hecho renuentes a esta vacuna.

“Afortunadamente todos estos años he logrado que las personas me conozcan y sientan tranquilidad. Muchos dudan de su seguridad y eficacia, pero debes acomodarte a ellos para que te entiendan y puedan comprender cómo la ciencia se ha puesto al servicio de la humanidad para ayudarles a combatir esta pandemia”.

En fin, en su loable trabajo se enmarca ese empeño, como buena costeña, de querer hacer las cosas bien y con actitud. El pasado 4 de junio recibió por parte de la Alcaldía municipal una placa que conmemora su trayectoria y su brío como vacunadora. “Seguiré aquí, vacunando a mi gente, hasta que ‘papito Dios’ me diga cuándo”.

Subir