Red de mentiras

Por Diego Arrias

La teoría del rumor fue propuesta por los notable Psicólogos norteamericanos Gordon  Allport y Leo Postman. Descubrieron, primero que todo, que la mayoría de nuestras conversaciones cotidianas están plagadas de rumores. De supuestas verdades, no probadas, que circulan sin control. Resulta incuestionable, nos encanta el chisme, nos entretiene. Es una especie de lubricante social.

La teoría del rumor plantea también que los rumores se forman para explicar aquello que nos genera intriga o para ratificar prejuicios fundados en el miedo. Se parte del hecho de que no hay suficiente información sobre un asunto determinado. Se conocen algunos datos, pero se intuye que hay algo detrás de estos. Los rumores, entonces, cumplen con la función de llenar ese vacío de información con una distorsión de la realidad.

Así mismo, los rumores, especialmente los que tienen un tinte calumnioso, contribuyen a sustentar prejuicios, principalmente de odio. Lo usual es que ese odio también sea una manera de disfrazar temores, ya sea porque la verdad nos afecta o perjudica nuestros intereses. El asunto interesante es que comprendida esa condición humana de ser proclive al rumor, se ha desarrollado toda un área del conocimiento al estudio de este fenómeno, conocida como la Psicología de masa, de muy buena aplicación en el campo de la política electoral.

Siendo así, la utilización del rumor como arma de propaganda política es una práctica de vieja data, pero en la actualidad ha alcanzado una preeminencia superlativa. La razón es muy simple,  antes las mentiras o rumores quedaban reducidos a un círculo de amigos o de vecinos y, en cambio, ahora con las redes sociales su difusión es masiva, mundial y a una velocidad sin precedentes. No es que la política  haya abandonado las calles y las plazas, o que haya prescindido de la prensa, o de la radio y la televisión, sus instrumentos de resonancia; sino es que hoy todos los hechos políticos, tienen mayor efecto si surgen, circulan, se replican, reproducen o viralizan a través de las redes sociales. A esta tendencia los expertos la bautizaron Política

2.0. El internet cambio todo el paradigma de la propaganda electoral, trajo consigo una evolución en el campo de la rumorología, dando origen a nuevos conceptos, como lo es Fake News. En efecto, el declive de los medios de comunicación tradicionales ha conseguido que las personas dirijan su atención hacia las redes sociales buscando información y en muchos casos la consiguen pero con alguna alteración en su contenido con el objetivo de engañarnos, ya sea por motivos económicos o ideológicos, como ocurre en el campo de la política electoral.

La actual campaña electoral en el Magdalena se libra en el Whatsapp, Facebook, Twitter e Instagram, donde los candidatos en su esfuerzo por ganar la contienda han cambiado la figura del asesor político por el del influencer.  Además de contratar a expertos en creaciones de cuentas falsas para invadir el mundo de los internautas de rumores y falsedades para así liquidar a sus adversarios políticos.

En ese sentido llama la atención, como en fecha reciente un candidato a la Gobernación se ha encargado de saturar las redes sociales de encuestas de opinión. No es parte de un debate la credibilidad de las mismas, pero si se percibe un intento de falsear la realidad cuando se analiza que solo se limitan a cubrir el área de Santa Marta, precisamente la zona donde sale más favorecido el candidato, prescindiendo de realizar la consulta en el resto del territorio departamental, donde los resultados exhiben una tendencia claramente opuesta.

Preocupa la guerra de mentiras que se desarrolla en las redes sociales. Si de forma honesta predomina un interés en los candidatos a la Gobernación por desarrollar un Magdalena más próspero, más social; los discursos políticos deben contener propuestas serias que representen soluciones a los problemas estructurales del departamento. Ya basta de llenar las redes sociales con mensaje inicuos, que solo buscan descalificar al adversario. Es momento para hacer una campaña electoral fundada en la unión y no en el odio. Es momento para dar espacio a la verdad como instrumento de una política sana en detrimento de la rumorología.   

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