Los tiempos de la cometa

Por: Pedro Segrera Jaramillo 

Marco Fidel Suarez, nacido en Bello Antioquia, de origen humilde, estudió sus primeras letras agazapado en la ventana de una escuelita, ya que su madre carecía de lo elemental. Autodidacta entonces, logró por su alto coeficiente intelectual adentrarse en cargos públicos y así fue elegido Presidente de la República en 1.918. Acosado por las penurias económicas que nunca lo abandonaron, en vez de echarle mano a las alforjas del erario, que siempre es público, recurrió a un agiotista neogranadino para un préstamo que respaldaría con su exiguo sueldo y los gastos de representación. El jefe del conservatismo Laureano Gómez se encarnizó en este maestro de escuela y tras un monstruoso debate en el Senado logró que fuera destituido por “conducta indebida, no acorde a su rango y distinción.”

Y fue ese mismo, el padre de Álvaro Gómez, quien tras virulento acoso verbal tumbó en su segunda Presidencia al viejo López, nacido en Honda Tolima, y con estudios en la universidad de Brighton, en 1.942, por un negociado con la compañía alemana HANDEL y en la cual tenía las manos untadas su hijo Alfonsito López Michelsen. Se decía entonces que apenas Laureano entraba al recinto gritaba con voz de trueno: QUIEN ASESINO A MAMATOCO. Que fue un episodio conexo donde un samario que se desempeñaba como escolta en Bogotá, se percató de las infidelidades de una ex primera dama con el delfín de entonces y al pretender medrase con su silencio …lo silenciaron para siempre. El encargo lo hicieron agentes del SIC, Servicio de Inteligencia Colombiano, que fungía como del FBI, pero venido a menos.

El tercer escándalo contra un presidente electo, le tocó en turno al General Rojas Pinilla, militar de carrera y quien orquestó un golpe de estado a Laureano Gómez en 1.953, Dejando emparapetados a sus áulicos y parientes, en el partido denominado ANAPO, al mando de la capitana su hija, cuyos traviesos retoños deambulan en la picota, tras el saqueo a la Alcaldía de Bogotá. De ahí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, el Comité de Acusaciones de la Cámara, que lo apodan de absoluciones. Las investigaciones exhaustivas están desprestigiadas en este país, en donde las pruebas contundentes de los delitos se desaparecen en las cadenas de custodia. Y así como se extraviaron recientemente los audios de Cayita Daza, consentida del régimen, prueba reina de los aportes del ñeñe Hernández, así también se fundieron las grabaciones de los palabreros que entronizaron los sobornos en este país, de la brasilera ODEBRETCH para financiar campañas presidenciales y su recua de sanguijuelas y parásitos a las corporaciones públicas. Uno de los contertulios en ese lujoso hotel de Panamá, tiene el mismo nombre del renegado y ultimo jefe de los indios apaches Bendoke, quien resistió la furia de la caballería del ejército de los EEUU, al mando del General Custer. El otro, ungido es intocable, mientras parqueado en la puerta, los esperaba el Lamborgini del dueño y señor del desfalco de D, M, G.

Y es que el espíritu de la política se desbarajustó, cuando lo permeó el narcotráfico, cuyos detentadores saben el precio de todo y el valor de nada. Y este vendaval de mediocridad arrasó con los discursos en las placitas de los pueblos y nos redujo a recuas de burros baldíos, que convirtieron el Congreso en una gran jaula dorada, apretujada de periquitos australianos.

COLETILLA: Para resolverle el entramado judicial al ex. Ministro Andrés Felipe Arias, encartado en el affaire del Agro Ingreso seguro, el gobierno decretó la domiciliaria de 3.999 reclusos. Y todavía el Ex. Presidente Echandia preguntaba ingenuamente: ¿”EL PODER PARA QUE”?

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