In Memoriam

Por: Pedro Segrera Jaramillo

Desde la antigua Roma, los desórdenes sexuales hacían parte de los banquetes de palacio y las orgías no excluían nada, hasta los patos, gallinas y cabras estaban en el menú. Nerón además de mal poeta e incendiario era afeminado. Claudio, el Emperador muy aficionado a jóvenes impúberes a manera de Vestales. Julio César, era ¨ Marido de todas las mujeres y mujer de todos los maridos “. Alejandro Magno conquistador y guerrero, por su lecho desfilaban las lanzas de la soldadesca. El excéntrico Calígula, dormía con su caballo “Incitatus”, que lo elevó al rango de Cónsul y Senador. Aquiles el inmortal, con su única debilidad en el talón, tenía de amante a Patroclo, su primo y dio muerte a Héctor, en el sitio de Troya para vengar la muerte del amor de su vida.

La hombría de Hitler, quien mandó al Holocausto a millones de judíos y desangró Europa a su paso, tenía una homosexualidad escondida en el escaparate, habida cuenta de que jamás se le conoció mujer y Eva Braun, simplemente era una dama de compañía para disimular. Yasser Arafat, temido y terrible líder de la liberación Palestina, al decir de Oriana Fallacci, sus escoltas no pasaban de los 20 años y parecían Efebos griegos, por su extraordinaria belleza y aseguran las malas lenguas que murió de Sida, porque no permitieron ver su cadáver. Federico García Lorca, orgullo de las letras y poesía española, y fue autorizado su fusilamiento por sus amoríos clandestinos con jóvenes intelectuales. Lord Byron en Inglaterra también sufrió el menosprecio y se lo llevó la fiebre tifoidea a temprana edad, por sus desórdenes en lupanares. Laurence de Arabia, el legendario militar durante la ocupación inglesa en África, le enloquecía los Bereberes y correteaba a lomo de camello a los Tuareg. El orgullo de las letras estadounidenses, Truman Capote, autor del Brest seller “A sangre fría”, le gustaban los hombres, al igual que Roberta Closed en el Brasil, la primera modelo transgénero.

En Colombia, en éstos últimos tiempos, hemos tenido generales que manejaban burdeles con la franquicia de “la comunidad del anillo”. El congreso de la república también hace su aporte en estos extravíos, con unos públicamente descarados que se llevan sus parejas a las U.T.L. y los otros aferrados con los dientes al closet. Ya todos olvidaron el escándalo de Santiago Medina, albacea de la campaña de Samper Presidente, coleccionista de arte y de muchachos, quien murió humillado, mientras Fernando Botero, se alzó con el santo y la limosna. En el Magdalena hemos tenido gobernadores, que en vez de gabinete conformaban tocador propio.

Darío Hoyos Malabet, había nacido en Cartagena, la tierra del tuerto López, cuyos versos “A mis zapatos viejos”, fundidos en cobre se entrecruzan frente al castillo de San Felipe de barajas. Vino a ésta ciudad muy joven y atraves de su arte, manoseó lo más granado de nuestra sociedad. Sus últimos años fueron transcurriendo entre el comején y la tristeza, en el archivo histórico de la Gobernación. Murió solo y pobre de solemnidad, casi vergonzante. Sus madrinas de siempre, recogieron migajas de caridad para el entierro y la lápida gris con la nomenclatura de su nido en el cementerio San Miguel.  A pesar de que no tenía coronavirus, tristemente, casi nadie lo pudo acompañar a su última morada, pero el cariño de sus amigos rubricó con tinta indeleble su recuerdo. Se fue como un pájaro en cinta, con la ilusión de algún día, no muy lejano, poder volver a volar.

Recuerdo en éste instante la prosa fatal de Juan Pinto: “decidieron los indios de Levante, mamarse inútilmente al elefante. Malició el paquidermo el artificio y tapóse con la cola el orificio. Moraleja: De lo dicho anterior se infiere…que al que le dan por el culo, es porque quiere.”

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