Se cumplirán 19 años del crimen del estudiante Hugo Maduro bajo la rectoría de Carlos Caicedo

Por: Vanessa Milena Bermúdez-@LaBermúdez

Fuentes: Armando Restrepo y Veruzka Aarón

A cuatro días de cumplirse el décimo noveno aniversario del execrable crimen del líder estudiantil Hugo Maduro, a manos de sicarios que operaban bajo las órdenes de estructuras paramilitares de la época,   es imperativo fortalecer la memoria histórica, para que si la justicia judicial no llega, al menos el reproche social se levante.

Pongámonos en contexto

Los tiempos que le correspondieron a Hugo Elías Maduro en su paso por la Universidad del Magdalena  fueron unos de los  más violentos en el país y en ese mapa de violencia quedaron señalados con sangre tanto el departamento del Magdalena, como  Santa Marta. 

Para entonces los territorios estaban secuestrados por grupos que históricamente fueron asociados, de un lado con la ultra-izquierda y de otro con la ultra-derecha y dependiendo de la zona y del actor que ejerciera poder, los ataques se materializaban en secuestros, masacres, violaciones y torturas contra la población civil, en específico contra quienes se consideraran   “colaboradores” del bando opuesto.

En Santa Marta específicamente se tiene documentada una larga y cruenta lucha por el control tanto urbano como de la Sierra Nevada, protagonizada por grupos criminales que mutaron organizacionalmente a partir de cruzadas de exterminio, contra otros grupos que previamente mantenían el dominio.

En medio de ese fuego cruzado, la población ubicada en los territorios en disputa debió sufrir las consecuencias de haber nacido en una posición geográfica de importancia estratégica para los intereses delincuenciales. 

¿Qué pasaba en la Unimag bajo la rectoría de Caicedo?

La Universidad del Magdalena a finales de la década del 90’ atravesó una de las crisis más profundas de su historia, pese a los esfuerzos que su comunidad hacía por resolver las problemáticas, especialmente las financieras; las autoridades político-administrativas a nivel regional y nacional eran reticentes a apoyar una salida diferente a la reestructuración institucional, que implicaba una masacre laboral y el aumento ostensible de la matriculas, desconociendo los derechos y las garantías para estudiantes y empleados.

En medio de esta crisis en el año 1996, fue encargado como Rector, Carlos Caicedo, quien venía de las entrañas del gobernador Jorge Caballero (condenado por parapolítica). Su misión era coordinar la elección de Rector a través de una consulta popular inter-estamental en la Universidad.

Una vez encargado, Caicedo aprovechó su condición para modificar los estatutos y bajar los requisitos para postularse al cargo de Rector. Es decir, cualquier profesional “raso” podría aspirar a ostentar la máxima autoridad administrativa y Académica de la UNIMAG. Esta práctica también se ha replicado en su “modelo de gobierno del cambio”.

Coincidiendo con ese período, iniciaron las amenazas en la Universidad, como sucedió con una reconocida profesional y académica de la ciudad, quien fue obligada a renunciar a su candidatura por amenazas que sicarios que entraron a su apartamento y le dijeron:

 “¡O renuncia de la Universidad o se muere!”

A pesar de las fabricadas ventajas del Rector (E), fue elegido como Rector el sociólogo e ingeniero agrónomo, Alfredo Correa de Andreís, quien debido a las presiones políticas se vio obligado a renunciar, temiendo por su vida, como así se lo hizo saber a los diferentes estamentos de la Universidad. Tiempo después, sus temores se hicieron realidad y fue asesinado a manos de las AUC bajo el mando de ‘Jorge 40’.

Con la renuncia del profesor Alfredo Correa, regresa como rector encargado Carlos Caicedo, quien no era más que un estudiante de grado, impuesto y posesionado como Rector en propiedad por su jefe político: Jorge Caballero.

Inconformes con su designación como Rector y conociendo los antecedentes de su irregular posesión, miembros de la comunidad universitaria realizaron las respectivas denuncias públicas.

A partir de entonces empieza el terror y se desatan las amenazas a dirigentes estudiantiles, profesores y trabajadores, a través de panfletos que firmaban las AUC, declarando como objetivos militar a dirigentes sindicales y estudiantiles.

El rector sin título universitario, mientras tanto arreció con su proyecto privatizador que denominó “Refundación”, coincidiendo con el proyecto político que los paramilitares bautizaron como “Refundar la Patria”.

La Refundación de la UNIMAG, tuvo el reconocimiento oficial de los gobiernos de  Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, pero también del Jefe paramilitar Jorge 40, quien no ahorró elogios para Carlos Caicedo como líder del proceso (Archivo de El Tiempo, 03 de abril del 2005).

Gracias al proyecto de Refundación, la UNIMAG pasó de ser una de las universidades públicas con matrículas más altas en el país y con menos recursos provenientes del presupuesto Nacional.

Todas estas situaciones motivaron a Hugo Maduro y sus compañeros a enfrentar a Caicedo y su organización de representantes. Esto derivó en hechos de violencia entre miembros de la comunidad universitaria, ataques criminales como la bomba que detonaron en instalaciones de SINTRAUNICOL, amenazas, desplazamiento forzado, exilio y asesinato de líderes, como la desaparición forzada de la estudiante de Ciencias Sociales, Lesbia Polo, activista estudiantil y los asesinatos de Hugo Maduro el 26 de mayo del 2000, del Vicerrector Julio Otero Muñoz el 14 de mayo de 2001 y del decano de Educación Roque Morelli Zárate, el 5 de septiembre de 2002.

Termino esta crónica con una plegaria de que no se cumplan los temores de aquel que con mucho cariño, tantas veces me ha dicho: Niña Vane ¡Cuídate!

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