¿Qué es la celebración de Año Nuevo?

El Año Nuevo es la celebración del inicio del año siguiente en el calendario, en función del tipo de calendario utilizado. La más común es la del 1 de enero, del calendario gregoriano, que fue instaurado por el papa Gregorio XIII en 1582, y que se utiliza en la mayoría de los países del mundo. Por causa de esta celebración, el 1 de enero es día festivo en casi todo el mundo. En países como China y en el marco de algunas religiones, se celebra otros días del año.

La reforma gregoriana nace de la necesidad de llevar a la práctica uno de los acuerdos del concilio de Trento: el de ajustar el calendario para eliminar el desfase producido desde un concilio anterior, el de Nicea de 325, en el que se había fijado el momento astral en que debía celebrarse la Pascua y, en relación con ésta, las demás fiestas religiosas móviles. Lo que importaba, pues, era la regularidad del calendario litúrgico, para lo cual era preciso introducir determinadas correcciones en el civil. En el fondo el problema era adecuar el calendario civil al año trópico.

En el concilio de Nicea se determinó que se conmemorase la Pascua el domingo siguiente al plenilunio posterior al equinoccio de primavera (en el hemisferio norte; equinoccio de otoño en el hemisferio sur). Aquel año 325 el equinoccio había ocurrido el día 21 de marzo, pero con el paso del tiempo la fecha del evento se había ido adelantando hasta el punto de que en 1582, el desfase era ya de 10 días, y el equinoccio se fechó en 11 de marzo.

El desfase provenía de un inexacto cómputo del número de días con que cuenta el año trópico; según el calendario juliano que instituyó un año bisiesto cada cuatro, consideraba que el año trópico estaba constituido por 365,25 días, mientras que la cifra correcta es de 365,242189, o lo que es lo mismo, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos, esos más de 11 minutos contados adicionalmente a cada año habían supuesto en los 1257 años que mediaban entre 325 y 1582 un error acumulado de aproximadamente 10 días.

El calendario gregoriano atrasa cerca de 1/2 minuto cada año (aprox. 26 s c/año), lo que significa que se requiere el ajuste de un día cada 3300 años. Esta diferencia procede de hecho que la traslación de la tierra alrededor del sol no coincide con una cantidad exacta de días de rotación de la tierra alrededor de su eje. Cuando el centro de la tierra ha recorrido una vuelta completa en torno al sol y ha regresado a exactamente el mismo punto en que se encontraba “hace un año” se han completado 365 días y un poco menos de un cuarto de día.

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