|OPINION EA| Las movilizaciones por la reforma agraria…

Por: Luís Alonso Colmenares Rodríguez     Twitter: @LColmenaresR  

No hay duda. Llevar a cabo una reforma agraria es un tema crucial para el futuro del país, especialmente para nuestros campos y la vida de miles de campesinos. Este asunto ha estado en el centro de la agenda gubernamental desde el comienzo de la administración del presidente Petro, incluso desde antes de tomar posesión. Y, una vez que el gobierno tomó posesión, el gremio de los ganaderos promovió el “Acuerdo para la compra directa de tierras para la construcción de la Reforma Rural Integral”.

Aunque se ha avanzado en su cumplimiento, existen preocupaciones sobre la posible interrupción de este proceso debido a proyectos de decreto relacionados con la extinción de dominio en casos de incumplimiento de la función social y ecológica de la tierra. Y por otro lado, se está promoviendo la movilización social como un mecanismo de participación para “la defensa de la reforma agraria”.

Sin embargo, es importante señalar que nadie se opone a la idea de llevar a cabo una reforma agraria en Colombia, y esa aparente contradicción puede ser explotada por elementos violentos que debemos evitar a toda costa. Lograr la reforma agraria es un paso importante en el camino para tener mayor equidad en el acceso a la tierra y mejorar la productividad agrícola en Colombia.

Varios artículos de la Constitución subrayan la importancia de la participación ciudadana en la toma de decisiones que afectan el modo de vivir de todos, y es fundamental para una democracia saludable.

Sin embargo, es necesario abordar un aspecto importante: la forma en que se quiere implementar esta reforma. La movilización ciudadana y la participación directa son propios de una democracia, pero deben surgir de un proceso deliberativo y espontáneo, no de un decreto del gobierno, porque imponer esta clase de medidas pueden llegar a generar división en lugar de unidad y confianza. Se sabe cuándo empiezan pero no se sabe cuándo ni cómo terminan.

La polarización y la falta de diálogo pueden ser obstáculos para el avance real en la resolución de los problemas estructurales en el campo. Todos los sectores, desde los campesinos hasta los gremios agrícolas y ganaderos, deben ser parte activa de la discusión y la planificación de la reforma agraria. Es importante recordar que el objetivo es lograr una Colombia que se convierta en una potencia agroalimentaria y proveedora nacional e internacional de alimentos, aprovechando las ventajas comparativas que tiene el país.

Además, hay que respetar el derecho legítimo a la propiedad privada de la tierra, y al mismo tiempo se deben garantizar las condiciones para que esta propiedad sea realmente un motor de desarrollo para los campesinos. Con el solo título de propiedad la vida del campesino se reduce a comer, defecar y dormir. No puede hacer nada más. Por eso es que se deben incluir aspectos relacionados con la solución de las necesidades básicas insatisfechas a las que se refiere el artículo 366 de la Constitución Política, además de infraestructura de vías, acceso a crédito, entre otros.

El gobierno debe evitar la confusión de la gente y promover el diálogo genuino. Llevar a cabo reformas a través de decretos puede desencadenar malentendidos y animosidades innecesarias. Más bien, debe liderar la búsqueda de un camino de consenso, donde todas las partes se sientan escuchadas y parte activa del proceso. Sin excluir a nadie.

La reforma agraria es una necesidad, nadie lo duda, pero debe ser una reforma estructurada, dialogada y consensuada para mejorar la forma de vivir de nuestros campesinos y fortalecer la producción agrícola.

Todos los colombianos, sin importar su posición en esta discusión, comparten el interés de ver prosperar al país. Por eso es que la concertación y el respeto mutuo son fundamentales para lograr un futuro más brillante en este momento que tanto se habla de diálogo nacional y acuerdos de paz para Colombia.

Discúlpenme señor presidente Petro y señora ministra Jhenifer Mojica, ustedes que se han consagrado a trabajar para mejorar la calidad de vida de campesinos y víctimas de la violencia, no pierdan la oportunidad de construir un mejor futuro para todos.

Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí…

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