Movilidad en Bogotá: Una odisea diaria

Las decisiones tomadas por la alcaldesa Claudia López se han caracterizado por tener un gran número de contradictores. Una de las medidas más controvertibles ha sido la creación de varios carriles para los bici-usuarios durante la pandemia de -manera temporal- para descongestionar el transporte público y evitar aglomeraciones dentro de este, pero, en la improvisación que caracteriza esta administración, a finales del 2020 la alcaldía decidió dejarlos de forma permanente.

Con la buena labor de vacunación contra el Covid 19 que ha adelantado el gobierno nacional, se ha acelerado la apertura de muchos sectores económicos y la normalidad parece ir retomando las actividades cotidianas de los bogotanos, pero con ello se ha renovado problema de movilidad -que ha sido habitual y se ha reabierto el debate sobre la pertinencia de los carriles instalados por esta administración. 

En redes sociales ha existido una mayoritaria cantidad de comentarios que cuestionan la pertinencia de la priorización de los carriles destinados a las ciclovías. Por su puesto, la habitual actitud de la alcaldesa ignora cualquier duda sobre su gestión, y defiende con su ejército de asesores el éxito inexistente de sus decisiones. Claudia ignora la inexistencia de estudios de movilidad para la obra, el peligro para la salud que significa transitar en medio de las emisiones de los buses y vehículos con los que comparte la vía, así como el peligro inminente de los accidentes en obras sin semáforos o cruces adecuados. En fin, una chambonada más.

La movilidad en Bogota se encuentra en un punto crítico. En promedio de traslado en la capital es de más 67 minutos, que equivale a el doble que otras ciudades del país. Parece que la alcaldesa ha olvidado que el mayor número de personas de estrato 1 y 2 se encuentra a las salidas de la ciudad, siendo ellos los más afectados con la movilidad en una ciudad a la que ella mismo permitió que destruyeran gran parte de su sistema de transporte masivo, amparado en el derecho -por supuesto inexistente- a destruir todo a su paso, que entregó a los manifestantes que tanto protegió.

López parece tener una guerra cazada contra los usuarios de vehículos particulares, a los que en varias ocasiones ha expresado que no son importantes ni prioritarios para su alcaldía. (pues si, ella gobierna para un pequeño sector de la ciudad y con intereses electorales). Una malla vial descuidada y sin mantenimiento, o la falta de sincronización de los demuestra que la alcaldesa olvida de sus programas de recaudo adicional, el cual se encuentra dirigidos a los dueños de los vehículos particulares con programas como el pico y placa solidario o los aportes voluntarios.

No hacen mal los usuarios que ella critica en sus redes sociales al exigir a su alcaldesa explicaciones sobre la maya vial, ya que los contribuyentes pagan un 25% de sobretasa a la gasolina, recursos que en teoría deberían de ser usados para la recuperación de la malla vial y para Transmilenio. Cuando entenderá que no es un tema de clase, sino una problemática para toda la ciudad, que enfrentan día a día la odisea de desplazarse en la ciudad del caos.

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