Lava tivas

Por: Pedro Segrera Jaramillo                                                  

Teniendo como testigo el imponente Machu – Pichu, Alan García Ex Presidente del Perú, se pegó un tiro de revolver, apenas se le notificó la boleta de captura en su contra al estar incurso en el delito de corrupción y financiamiento de su carrera a la Presidencia con dineros mal habidos de la Multinacional Odebrecht. Prefirió ausentarse por su cuenta y riesgo, antes del escarnio público hacia el patíbulo.

Ese proceso denominado JAVA-LATO lo formateó el Juez Sergio Moro, al descubrir irregularidades en una monstruosa red de sobornos y sobreprecios en la adjudicación de contratos que favorecían a la constructora gigante Odebrecht, con la Estatal Petrobras. Ya han caído en las alambradas del código penal, exmandatarios, testaferros, calanchines y palafreneros de diez países en Latinoamérica. De los cuales han pasado por el Panóptico, Lula Da Silva del Brasil, en el Perú Ollanta Humala, Nadine su mujer y Keiko Fujimori y del Ecuador, Rafael Correa prófugo en Bélgica.

En este país consagrado al Corazón de Jesús y al Divino Niño, todos los procesos penales contra delincuentes de cuello blanco, hacen un lento viacrucis hacia la prescripción, en insólita convivencia con la impunidad. Ernesto Samper Liberal a secas, al igual que Bashar Al- Asad en Siria, Daniel Ortega en Nicaragua y Nicolás Maduro en Venezuela, quienes, recurriendo incluso a sutilezas salpicadas de sangre, se aferraron al poder. El proceso 8.000 con su voluminoso expediente comprobó que los dineros del narcotráfico engrasaban su campaña. Fue una farsa y tramoya digna de las caravelas de los teatros. Hoy intentan exhumar la autoría intelectual del asesinato de Álvaro Gómez, lo que le alivió al bojote recurrir a la cápsula de cianuro, que mantenia en la pretina del pantalon. Cuando le cuestionaron el no haberse percatado del elefante que ingresó a Palacio en cuyo lomo cargaban baúles con dineros del narcotráfico, respondió con ese cinismo y negro humor Bogotano, “que él no los había tocado para saber si estaban calientes”. Otros como Rafael Núñez “El Regenerador”, cuatro veces presidente por el Partido Nacional, estaba tan aburrido por la corte de Golillas Neogranadinos, que la última vez, tuvieron que posesionarlo en su natal Cartagena y hasta esa hermosa residencia en el Cabrero, con muebles de mimbre blancos y sirvientas negras con pies descalzos, debían viajar los ministros y garrapatas diplomáticos, si requerían su firma o santo y seña para cualquier nombramiento. Ahí frente a ese mar murió, al lado de su adorada Soledad Román, de la aristocracia del corralito de Piedra, quien tenía dispensa para filtrear con un hombre casado.

Pero hubo uno que se voló en pleno ejercicio de sus funciones presidenciales por el Puerto de Santa Marta. Rafael Reyes, quien había sido elegido Presidente, tras el escándalo del “Registro de Padilla” protagonizado por Juanito Iguarán jefe Conservador en la Guajira, y quien maliciosamente y con el hecho pensado como decían los abuelos, reunió en su vivienda a todos los compromisarios electorales, que además eran Godos, tras emborracharlos y engullirlos de friche, le firmaron en blanco actas y planillas los Registros Electorales, ya que en esos tiempos todavía no existía la papeleta. Así derrotó Reyes   a Joaquín F. Vélez, alfil de Núñez.

Corría el año de 1.909 y el Club Social ubicado en el segundo piso de la casa de la Aduana se engalanaba con la flor y nata de la sociedad samaria. Para atender un ilustre visitante, los chupa cobres de la banda Santa Cecilia, ensayaron 17 veces el “helado de leche”.  El Presidente de la República, se encontraba de incógnito, y quisieron sorprenderlo con un banquete de salpicón de bonito, arroz con coco y plátano pícaro, pero quedaron como las novias de barrancas, y… los sorprendidos fueron otros, porque el distinguido Rafael Reyes se había volado del gallinero en el Buque carguero “MANISTI” con destino a Europa, no sin antes dejar encargado del País a su amigo Jorge Holguín.

El presidente Rafael Reyes, tercero a la derecha rumbo a Europa en el Buque carguero ‘Manistì’ en el puerto de Santa Marta

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