La verdad sospechosa

“La peor mentira es la que,

Se fabrica con la verdad envenenada”.

Anónimo

Por: Pedro Segrera Jaramillo

Jamás, en la historia criminal del universo, un asesinato había tenido tantos determinadores confesos. Pero lo más insólito, sin que nadie, tras una exhaustiva y voluminosa investigación apretujada de miles de folios, arrumes de incisos y parágrafos, con recuas de fiscales adscritos y peritos de reconocida espertitud, nadie los hubiera llamado a una simple declaración voluntaria. Esto hace parte de la trama, la tramoya y la calavera de los teatros, alrededor de la muerte y magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado.

En la mitad del siglo XVII la cámara de los comunes les concedió a los ciudadanos ingleses y en particular a los puritanos, reducto del Protestantismo Calvinista, quienes se oponían tanto a la iglesia católica como al anglicanismo y a quienes torturaban a fin de que confesaran sus tendencias religiosas, el derecho a la no incriminación. Esta migración se asentó en los Estados Unidos, logrando que allí también se adoptara este privilegio enmarcado como la Quinta enmienda, en donde: “No se obliga a ninguna persona, en ningún proceso legal a atestiguar contra sí misma” y el sindicado tiene derecho no solo a guardar silencio sino a oponerse a subir al estrado. En Colombia, cuya constitución política es una colcha de retazos, remendada por sastres de desastres, quienes se cobijaron desde la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano en 1.789 resultado de la revolución francesa, hasta los ripios de todo lo que hubieran podido tropezar. En el Art. 33 se consagra ese mismo concepto extendido hasta el cónyuge, la compañera permanente y parientes consanguíneos.

Es por ello, que los tinterillos de los páramos y los Golillas Neogranadinos con su malicia de los indígenas del Altiplano Cundiboyacense, están estupefactos observando la morisqueta de las Farc, quienes después de 25 largos años, de amnesia, recobran la memoria y recuerdan haber cometido ese monstruoso acto, por encargo, recurriendo a las malas prácticas y mañas de sus enemigos, “los Paracos”, atraves de la ya reconocida de autos, la siniestra oficina de Envigado. Olvidan ellos, que dentro de las alambradas del código Penal existe tipificado el, encubrimiento como otro delito, que trae a horcajadas la complicidad.

Ahora, la orden de ejecución fue impartida por el Mono Jojoy”, quien se encuentra convenientemente bajo tierra, sin derecho a réplica, cuya alma no debe estar en el cielo, sino en el infierno y rubricada oralmente por “Timochenko”, con los soportes sospechosos de la firma del comandante eterno, quien tampoco podrá obtener el recurso de negar su autenticidad. Los delincuentes y ejecutores, alegarán ahora, que tampoco están vivos porque fueron eliminados para romper los eslabones de la cadena, que se amparaban en la obediencia debida. Y si esto fuera cierto en última instancia, sería peor, ya que los asesinos confesos estarían sentados a manteles con los que representan el orden y la democracia, como en aquel tango,” Siglo XX Cambalache”:

“Lo mismo un burro, que un gran profesor.

los inmorales nos han igualado

 da lo mismo que sea cura, colchonero,

 rey de bastos, cara dura o polizón”.

Lástima que Piedad Córdoba, a quien retiraron ex abruptamente de la política por la inquisición portátil del Procurador del Opus Dei y de quien se asegura no se puede agachar porque se le asoman las pelotas, aparece ahora en escena, como aquella canción de Pachito e Che” …ya lo voy a decir, ya lo voy a decir” y no dice nada. Ella lograría con estas amenazas no solo encaramarse al carruaje de la impunidad de la JEP y que de contera le den unos escoltas y vehículos blindados de la U: N: P. en la víspera de que prenda otro ventilador el SR. Alex Saab, testaferro de Chávez y Maduro, de quien ella oficiaba de palafrenera. Aquí en este Sainete, hay más de un gato encerrado, ya que lo más terriblemente inexplicable, es como dice Vlado: “La parte, está empeñada en que se demuestre su culpabilidad y no su inocencia.”

Este episodio cómico, nos recuerda a un amigo conservador de Santa Marta, abogado penalista y quien jamás perdía un caso, habida cuenta que acostumbraba coleccionar todos los días las páginas amarillas de los periódicos, en donde figuraban los asesinatos de personajes vinculados al hampa parroquial. Cada vez que entraba a defender a su cliente de ocasión, Farid Tapias Pérez, esgrimía con la seriedad y solemnidad, la misma estrategia que están esbozando estos guerrilleros tardíamente arrepentidos, pedía se llamara a indagatoria al verdadero responsable, con nombre y dirección, que evidentemente no podía comparecer porque había fallecido en circunstancias oscuras apenas antes de ayer.

Corolario: La solución que se pretende impulsar en el congreso de la República de aumentar las curules en doce taburetes más, con las implicaciones presupuestales que conlleva en parihuelas, no es la solución para que las regiones vuelvan a tener representación. La fórmula es más sencilla, acabar con la circunscripción nacional, eligiendo los departamentos sus propios senadores y dejemos de ser carne de carroña electoral.

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