La ridiculez del Concejo

Por: Rubén Peña Noriega

Seguramente dirán que estoy ardido, pues a los que lo digan o si quiera lo piensen, me anticipo a contestarle que no sufro de esos trastornos histriónicos de la personalidad.

Pero no por eso voy a dejar de expresar lo que pienso de la sesión solemne del Concejo Distrital de todos los 29 de julio, realizada de un tiempo para acá en la Quinta de San Pedro Alejandrino; que de por sí, el solo hecho de realizarla frente al Altar de la Patria, constituye un sacrilegio.

Se ha convertido para el Concejo distrital, una inveterada costumbre, el ridículo de entregar un reconocimiento a “personalidades que han contribuido al desarrollo de Santa Marta”, representado en una medalla: Gran Cruz de Bastidas, que ni los mismos concejales saben cuál es el significado de su nombre y que representa desde el punto de vista simbólico.

Reto a cualquier concejal, incluso al más antiguo, si es que se atreve, a que me diga, qué significa “Gran Cruz de Bastidas”? y, qué representa desde el punto de vista simbólico?. Estoy casi seguro que debe existir un Acuerdo o un Decreto mediante el cual se creó esta distinción, pero aun así, no existen documentos históricos que lo certifiquen, aunque en mi caso particular no los encontré; no sé si lo busqué mal o no lo supe buscar.

Pues hasta donde tengo conocimiento todas absolutamente todas las medallas que se entregan a manera de condecoración o reconocimiento a una labor, tienen sus significado y razón de ser. Cosa distinta es el “procedimiento protocolario para la evaluación, selección y posterior entrega”, protocolo que en el caso de la “Gran Cruz de Bastidas”, es tan ridículo como quiera que se entrega a tantas personas e instituciones, como si se tiraran dulces a la tiña en la puerta de un colegio.

Al margen eso sí, de quien la merezcan o no, pues eso es respetable; lo que no es fácil de ocultar es que, la selección y posterior entrega de esta distinción se hace en muchos de los casos, por atender favores políticos, lambonear y quedar bien con el homenajeado o, peor aún, atender imposiciones del alcalde de turno.

Ahora bien, qué beneficio, qué reconocimiento o qué satisfacción representa para el homenajeado a nivel nacional o simplemente parroquial, recibir tal distinción? Que alguien de esas personas e instituciones que han recibido la “Gran Cruz de Bastidas” me digan si asumen eso como una “gran logro” en su vida o simplemente se trata de una satisfacción personal para enaltecer el ego, o en su defecto, exponerse al escarnio  y a que lo señalen con frases como: “mira ese es uno de los que recibió la Gran Cruz de Bastidas el día en que las tiraron a la tiña”.

Que alguien me diga si después del homenaje se atrevió a llevarla en el pecho, por lo menos el rato en el trayecto entre el Altar de la Patria y la salida de la Quinta de San Pedro Alejandrino. Pues claro que no, y tal vez no por la vergüenza de una distinción de la que ni siquiera se conoce su origen, sino por el desprestigio de una corporación que solamente ha velado por sus intereses particulares, convirtiéndose además en cómplice de tanto robispicio y alcahuete de una administración que en vez de contribuir al desarrollo de la ciudad lo que ha hecho es someterla a un rezago de más de 40 años.

Por todo lo anterior, lo que tenemos es un Concejo ridículo, incapaz, inoperante y lambón, que requiere una renovación inmediata!. 

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