El bazar de los quemados

Por: Rubén Peña Noriega

La trayectoria de Joaquín José Vives Pérez, Jotica, en el partido Liberal no tiene discusión, pero para quienes tenemos conocimiento de la historia política de este Departamento, realmente significa muy poco el hecho de que haya renunciado a la colectividad, queriendo apropiarse de un liderazgo que pretendió heredar de sus parientes, pero que ni siquiera logró capitalizar en sus intentos fallidos de obtener el favor unánime del pueblo magdalenense de llevarlo al máximo sodio departamental.

No es mentira que Jota ascendió vertiginosamente al interior del Partido, primero fue elegido concejal, después diputado y hasta representante a la Cámara, pero realmente eran otros tiempos, otras condiciones, otro tipo de financiación electoral y hasta otra forma de conquistar el voto. Nunca obtuvo una votación propia, siempre estuvo “añadido” a las conquistas de sus parientes e incluso, buscó y consiguió alianzas “non santas” con otras colectividades, las que en unas oportunidades le dieron resultado, pero que a la final empañaron la esencia del “trapo rojo”.

Jota estuvo bajo las “cobijas” de su primo Juan Carlos Vives Menotti, después que éste asumiera el liderazgo del Partido en el Magdalena, en reemplazo de su señor padre Nacho Vives; hizo alianzas con los conservadores, el antiguo Moir, entre otras vertientes políticas del Magdalena . Pudo haber conseguido el liderazgo y representación absoluta del Liberalismo en el Departamento; pero fue ahí cuando demostró su interés particular por alcanzar posiciones más altas en la colectividad, que por el crecimiento de la misma en esta región del país.

Por las influencias heredadas de su padre, su primo Juan Carlos, logró que lo eligieran consejero del Consejo Nacional Electoral en representación del liberalismo a nivel nacional, lo que quizás se constituyó en su frustración por escalar la máxima representación de su partido en el Magdalena, en otras palabras abandonó el barco mientras veía plácidamente como naufragaba.

Mejor dicho, fue ahí en ese momento en el que Jota inició su “cruzada” hacia la quemazón del Partido Liberal en el Magdalena; mientras sus otros parientes los Vives Campo, con otros ideales y con mayor vocación de servicio, lideraban otra corriente en un desesperado intento por afianzar la solidez y el favoritismo que estaba perdiendo el “rojo”, pues muchos de sus seguidores habían comenzado a decepcionarse con el evidente interés personal de sus otros aparentes líderes.

Lo que sus copartidarios critican duramente a Jota, es que haya abandonado la colectividad en el Magdalena para irse a Bogotá a disfrutar de las miles de sus altas esferas; durante ese largo tiempo no se le conoció una sola gestión que contribuyera al desarrollo social y económico del Departamento, pero en cambio, con el poder que le daba el ser consejero del órgano electoral nacional, manejaba desde allá los hilos del partido, pero solo para la entrega de avales en época de elecciones e influir en la derrota o conquista de demandas electoreras.

Así las cosas Jota, es uno de los principales responsables de haber propiciado, tal vez sin mala intención, la “quema” del Liberalismo en el Magdalena. Promovió la ‘rosca’ dentro de la colectividad y le abrió las puertas a esos mismo a los que él califica de “advenedizos, sin convicciones ideológicas ni trayectorias”, algunos de los cuales terminaron traicionando sus pretensiones y las de la colectividad; ejemplo de eso, muchos personajes como el ex alcalde Carlos Caicedo , quien después de obtener la credencial para el Partido, lo ignoró por completo “empeñándola” al servicio y voluntad del hoy Director Nacional, quien le retribuyó su conquista con “favorcitos” que lo han ayudado a afrontar sus líos. (Lo dijo aquí en una manifestación política el mismo Gaviria)

Y en virtud de esa amplitud para con sus patrocinados nuevos militantes, Jota convirtió el Partido Liberal del Magdalena en un horno en el que el sanedrín que alcanzó a enroscar a su voluntad, terminó constituyéndose en lo que a través de estas líneas hemos denominado el “bazar de los quemados”, pues todos los que con él intentaron revivir el Partido terminaron “muertos políticamente”. Algunos salieron a tiempo y en bandada a buscar otros partidos, donde fueron recibidos y aceptado, mientras que otros prefirieron insistir en la resurrección de la colectividad, con resultados adversos.

Hoy, el Liberalismo en el Magdalena está tan resquebrajado que ni el mismo Jota tiene autoridad sobre sus abonados, ya nadie le para bolas ni tampoco existe posibilidad que lo reciban en otro partido. Es mas, ya son pocos los abonados que aun conservan o que se mantienen en el Directorio regional.

Pero lo mas grave, es que a esa incontrolable “quema” ha venido contribuyendo la “alocada” renovación que le ha querido imprimir al Partido en su egocéntrica, egoísta e imperativa manera de dirigirlo el recientemente ungido Director Nacional ex Presiente César Gaviria Trujillo.

Dios salve a este bazar de la quema final!

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