Una Fiesta del Mar fallida

Por: Ruben Peña

Vergüenza…! O mejor dicho en término castizo, “pena ajena” es lo que sentimos los samarios con el resto del país y los extranjeros que nos visitaron por estos días en la mal llamada Fiesta del Mar 2018, organizada mediante contrato, por la administración del alcalde Rafael Martínez, un mandatario sub judice, producto del gran nido de corrupción que se ha enquistado en distintas instancias de su gobierno.

El resumen que se puede hacer de lo que fue la organización de esta fiesta es realmente desastroso. Desde el principio, los eventos realizados mostraron el resultado que arrojarían.

La peor vergüenza, la vivimos en carne propia, cuando se conoció que la candidata a Capitana del Mar por el departamento de Sucre resultó no estar avalada por el Comité de Belleza de ese departamento ni por el municipio de Sincelejo; como quien dice, se trataba de un “embuchado” que nos quisieron presentar para aparentar el éxito de un certamen que no fue tal.

Vayamos todos a saber con qué “astucia” convencieron a esta hermosa jovencita de participar en un evento para el cual no tenía la más elemental preparación que exige el concurso: saber nadar. Coraje y disposición si tuvo esta participante, quien al final desistió (o la obligaron) de seguir participando en el evento; claro está, después de hacer tremendo ridículo nacional e internacional.

La organización del vergonzoso desfile fue la tapa, el tremendo caos vehicular que se formó en toda la ciudad (literal) demostró la incapacidad de una Secretaría de Movilidad, de cuyo responsable,  es fácil concluir que no tiene ni idea de tránsito.

Peor aún y, supremamente peligroso lo que ocurrió durante el ‘cacareado’ Festival Gastronómico que se realizó en el Parque de Los Novios, en donde explotó un cilindro de gas que hizo llamas y alcanzó a quemar a una joven embarazada, a la que la gente ayudó apagar, porque no había ni siquiera un extintor ni mucho menos ambulancia para trasladar a la mujer a una clínica y prestarle los primeros auxilios. Con este lamentable suceso podemos deducir la calidad de la organización del certamen, independientemente de la calidad y destreza de sus participantes.

Y ni qué decir del concierto en El Rodadero, donde hubo botella rota, cuchillo, riñas y heridos “a la lata”. Eso sin mencionar la gran cantidad de estupefaciente que circuló en las calles y el camellón de la denominada “principal vitrina turística” de Santa Marta. Mejor dicho, lo que había era gente “trabá” por todos lados. Para completar la desorganización fue tal, que no se dispuso del servicio de transporte público, ni taxis ni buses, mucha gente en sano juicio tuvo que venirse a pie de El Rodadero a Santa Marta (a algunos les sirvió para sudar el ron que habían ingerido).

En fin, de esta fiesta del mar 2018 solo se puede rescatar y ponderar una sola cosa, la presencia de los buques escuelas militares de 7 países, que como aporte de la Sociedad Portuaria a la Fiesta,  los niños tuvieron la posibilidad de visitar y revivir en muchos de ellos, sus ilusiones.

 “Bueno, pero que se puede esperar de un alcalde que no actúa por sí solo, que depende voluntaria y psicológicamente de su mentor”, es hoy el comentario generalizado.

 

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