Un investigado por corrupción en la salud y homicidios aspiraría a la Gobernación

A casi un año de las elecciones regionales, ya suenan varios candidatos que asoman sus intenciones con miras a alcanzar los dos cargos más importantes de elección popular en el Departamento; por un lado la Alcaldía de Santa Marta y por el otro la Gobernación del Magdalena.

La situación de la Alcaldía de Santa Marta en cuanto a quienes aspiran a ocupar ese cargo de elección popular, se encuentra en vilo debido a la forma en cómo se han venido administrando los recursos públicos, por quienes desde hace 8 años ostentan el poder.

El exalcalde Carlos Caicedo a través de firmas llevó a su ahijado y desconocido político Rafael Martínez a ocupar el máximo cargo Distrital; sin embargo en la actualidad tanto Caicedo como Martínez, están vinculados a un sinnúmero de investigaciones criminales y disciplinarias por acciones corruptas de las cuales la fiscalía los acusa.

Desde los puestos de salud que fueron demolidos por el propio Caicedo sin contar con los permisos exigidos por la ley, hasta la calle 22, la red de parques, la mega biblioteca, la avenida del ferrocarril y la utilización de recursos públicos para realizar campañas políticas, hacen parte del prontuario criminal registrado que reportan en la Fiscalía General de la Nación.

Son miles los ciudadanos samarios que han padecido por la corrupción desbordada en las dos recientes administraciones, algo nunca antes visto en la ciudad; sin embargo quienes hoy están al servicio de este grupo político permanecen callados y apoyan todas las acciones sin importar que afecten a la gran mayoría del samario de a pie.

Según denuncias que circulan en las redes sociales, la Alcaldía de Santa Marta ha sido escenario para utilizar toda clase de recursos para hacer convenciones, políticas y marchas disfrazadas de sociales, el último acto conocido es la supuesta Convención Nacional en donde ha trascendido por varios de los asistentes, que fueron llevados para ocupar la silletería y de esa forma mostrar una fuerza política que viene en ‘caída libre’.

DERROTA TRAS DERROTA

La primera derrota que vivió el sub júdice Carlos Caicedo, cuando haciendo alarde de gestor de paz no tuvo la fortaleza electoral en el Magdalena y asumió la pérdida del plebiscito, a pesar de que tuvo al lado uno de los partidos tradicionales en cabeza de Cesar Gaviria.

Luego vino la consulta en la que se midió a Gustavo Petro y ‘la limpia’ fue aún mayor, porque ni en el dDepartamento del Magdalena pudo ganarle al ex alcalde de Bogotá, ni teniendo como caballito de batalla la Universidad del Magdalena, le sonó la flauta.

Después haciendo alarde del nepotismo propio de su estructura y formación guerrillera, impulsó la campaña de Carmen Caicedo a la Cámara de Representantes y como era de esperarse el pueblo samario, le castigó el resultado de esta administración Distrital plagada de corrupción.

Y la más reciente fue el estrepitoso resultado de la consulta anticorrupción, en donde con su bandera de víctima no logró llegarle ni al Magdalena ni a Santa Marta. Por ello desde Bogotá, sus propios amigos como Gustavo Petro y Claudia López, describieron que el tema de la corrupción está muy arraigado, y es algo totalmente cierto, debido a que con tantas denuncias que carga encima y que lo hacen un visitante ilustre de la Fiscalía, la ciudadanía le cobró la factura y le mandaron el mensaje claro, que la corrupción no se va a perpetuar en la Alcaldía de Santa Marta.

Caicedo ahora impulsa en redes sociales a través de portales manejados por contratistas de la Alcaldía, una supuesta candidatura a la Gobernación, sin embargo primero debe aclarar la decena de investigaciones que lo tienen en la mira por corrupto.

Seguidamente ahora Caicedo deberá esperar que se le cobre otra factura por haber traído una empresa como Veolia, que en la actualidad tiene sumido a los samarios en una crisis de agua y hoy no es capaz de hacer las famosas marchas para reclamar el preciado líquido para que no sufre la comunidad, ello encontraría razón, en que muchos de los contratistas o funcionarios de Veolia llegaron allí con el visto bueno de su grupo político.

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