|OPINIÓN EA| Hoy me dejó mi mujer

Por: Jorge “Nono” Noguera

Hay golpes en la vida que uno debe recibir, para poder aprender y esos golpes son producto de los errores que cometemos, como sabemos: toda acción tiene su reacción o todo descuido tiene su consecuencia.

En la mayoría de las veces, para poder darle el valor que merecen las cosas, tenemos que sentir que la vamos a perder, cuando ya caemos en cuenta en qué, eso que vive con nosotros, eso que duerme con nosotros día a día, que respiramos juntos, que acariciamos, que departimos, que reímos, bailamos, bebemos, hablamos y hasta nos permite hablar mal, gritar, insultar está a punto de perderse, que se nos va de la mano, es cuando verdaderamente le damos el valor que se merece y es precisamente cuando queremos hacer todo lo contrario que durante muchos años venimos haciendo mal, para no tener que perderlo.

Y así, a pesar de que ella me permitía comportarme de esa forma incorrecta, era un mal esposo, dormía en la calle, bebía con los amigos y hasta con otras mujeres, le hacía trampa, le mentía constantemente, la maltrataba, ya no la saca a bailar, ya no la sacaba al cine, ya no le hacía el amor, sino de vez en cuando, ya me creía su dueño eterno, la trataba así porque creía que ella era mía y nadie más se iba a fijar en ella, si yo la pisoteaba, es más yo mismo me encargaba de bajarle el auto estima, le decía hasta que estaba gorda, ya no la piropeaba como cuando la iba a conquistar, en fin me creía su dueño porque yo era el que llevaba el dinero a la casa.

Pero ayer que la vi que atravesaba la puerta de mi casa con su maleta, no me inmuté, decía para entre mi, ella nadie la recoge, que se vaya para donde la mamá y de allí tendrá que devolverse más temprano que tarde. Y salió, se fue y cerró la puerta y yo ahí sentado revolcándome en mi orgullo de hombre; pero me levante y para no herir mi orgullo, abrí la cortina y vi que otro hombre se bajaba de su carro a recogerle la maleta y subirla a su camioneta, ese tipo le abrió la puerta, la condujo hasta el puesto del copiloto y después le cerró la puerta (cosa que yo no hacía nunca) y arrancó, pensé va a parar para bajarla, pero que va, siguió y con su rumbo seguí mi pescuezo torcido, de pronto sentí que la había perdido enseguida abrí la puerta y salí, salí corriendo detrás de ella, pero ya era imposible alcanzarla.

Mi mujer se llama o se llamaba Democracia y hoy se fue con ese hombre Gustavo Petro, por quien no daba un peso.

Hablo de la bendita democracia que por muchos años hemos convivido con ella, pero que hoy sentimos que la estamos perdiendo, hoy queremos hacer todo lo posible por recuperarla.

Es necesario sentir ese golpe, ese golpe que recibimos de la otra parte, es necesario para darnos cuenta que teníamos una democracia a nuestros pies y en vez de levantarla del suelo, lo que hacíamos día a día, años tras años, elección tras elección, era pisotearla.

Hoy cuando vemos que otro recoge o acoge aquello que nosotros por muchos años pisoteábamos, sentimos ese golpe, sentimos ese miedo, sentimos que ya la perdimos, pero hoy se que la democracia era mi esposa, era esa mujer de antes que aguantaban de todo y que estaba con nosotros en las buenas y en las malas.

La democracia era ese ser querido que no le di el valor, el respeto, el amor, esa flor en el jardín que nunca regué y que por el contrario miraba con indiferencia porque sentía que era de mi propiedad y creía que a ella nadie la iba a recoger y creía que esa democracia nadie le iba a dar el valor que se merecía y caería en manos de otro u otra persona.

Y lo que es peor, que el golpe es tan duro, que ella se nos va con ese hombre al que nunca le dimos mérito (aunque lo tuviera), se va con ese hombre que creíamos incapaz de hacerse cargo de ella, se nos va de la mano con ese hombre que nos hiere nuestro orgullo, porque pensamos (no joda, con tantos hombre qué existen y ella se va a ir con ese, precisamente con ese), no sé qué le vio, o que me puede faltar a mí que no le falte a él.

Mi esposa es esa democracia que hoy siento que se va de mis manos a la mano de otro hombre y que no sé cómo la tratará de hoy en adelante, no sé si, esa democracia seguirá acompañándola, no sé si la someterá en el futuro. Hoy se me fue mi mujer “La Democracia”.

“Y tú, también vas a esperar que se vaya tú muje”

Subir