Por: Jose Angel Acosta Cuello
Asegurar agua para la vida de los seres humanos y las especies en la tierra, libre de contaminación y gestionada de forma eficiente y sostenible, es uno de los puntos claves de la Agenda 2030, el ODS6, dentro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por Naciones Unidas. Hoy frente a la grave crisis humanitaria que vivimos en el mundo, el agua se torna, ahora más que nunca, imprescindible para la vida de las personas.
Ciertamente hemos sido testigo no solo la propagación exponencial de una enfermedad que azota al mundo, sino también, grandes impactos de los efectos del cambio climático, y ya se ven manifestaciones tan graves como la modificación del ciclo del agua en muchos lugares del planeta, fuerte variación en el régimen de lluvias, cambios en la evaporación y la temperatura del agua, con graves secuelas para los ecosistemas, la biodiversidad, la salud y la subsistencia de cientos de millones de personas que necesitamos vivir de una forma u otra, en estrecha relación con el agua.
Se habla de que Colombia es un país rico en agua, para mí es un mito, si bien es cierto que nuestro país tiene cantidad de ríos, mares, humedales y cuencas de agua, su ubicación privilegiada en una de las zonas con más precipitaciones en el planeta tierra; es ganancia, pero Cuando el agua que cae es menos que la que se evapora y la que se usa en las actividades agropecuarias se habla de que existe un déficit y algún grado de infecundidad. La cuarta parte del país sufre de sequía, siendo las zonas más pobladas donde este déficit es mayor según el IDEAM, Colombia, tal vez es un país muy rico en la variedad y cantidad de ecosistemas acuáticos, pero el agua disponible para el uso de la población es la otra cara de la moneda.
