El Gobernasolo

Por: Juan Macías Pabón

Al parecer, si las cosas no son como él las dice, entonces no se hacen, o no sirven. Me refiero a Carlos Caicedo, gobernador actual del departamento del Magdalena.

Caicedo, el autoproclamado salvador de la ciudad de Santa Marta, quien la libró de las garras de “los de antes” y quien criticaba a aquellos que querían perpetuarse en el poder, va camino a convertirse en eso que tanto reprochó.

Este hombre, de descendencia humilde, quien obtuvo un gran reconocimiento por ser la cabeza visible en la refundación de la Universidad del Magdalena, es hoy el dueño de la fuerza política más grande de Santa Marta – donde lleva más de ocho años reinando – y pretende hacer lo mismo en el departamento del Magdalena.

Quienes lo conocen, dicen que es una persona de temperamento fuerte, prepotente y autoritario, que defiende sus posiciones siempre y que pocas veces acepta sugerencias de terceros.

Caicedo, “el emperador” como lo llaman curiosamente algunos asambleístas, es hoy por hoy un gobernador solitario, que según sus acciones no necesita de nadie para administrar el departamento. Se ve en su relación con los alcaldes, a los que muy poco ha tenido en cuenta a la hora de realizar eventos en los municipios; solo acude a los delegados que tiene en estos, como si dichos delegados fuesen la autoridad competente. Se evidencia en su relación con los diputados, con los que constantemente tiene desencuentros y con quienes no trata de sobrellevar las situaciones, independiente de cualquier diferencia ideológica.

Y es que los políticos aún no entienden que los intereses de ellos no pueden estar por encima del bienestar de los pueblos; quienes los eligen para que permitan en estos un desarrollo humano, social y urbano, no para que anden como perros y gatos peleando cada dos de tres.

Dicho esto, el gobernador Carlos Caicedo como cabeza del departamento y como hombre que “quiere el bienestar para el pueblo magdalenense”, debería tratar; sí, él, de escuchar a los demás actores de la política local y no ser un gobernasolo como lo ha sido hasta la fecha.

Tiempo tiene para replantear sus actitudes y formar un equipo que trabaje por un bien común – el desarrollo del departamento del Magdalena –, donde todas las ideologías tengan cabida y que al terminar su tiempo de gobierno logre dejar en la tierra magdalenense cultivado el bienestar que todo gobernante debe propender para su pueblo.

LA FUERZA DEL CAMBIO DEBERÍA SER LA VOZ DE TODOS, NO LA IDEA DE UNOS POCOS

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