Compraventa de Indigenas

por: Pedro Segrera Jaramillo

Ahora los falsos Catones y moralistas de pacotilla, se rasgan las vestiduras contra Fabio Zuleta, cultor de tradición oral, quien ilustra una tradición que evidencia el tráfico ancestral que, desde los tiempos de Francisco el Hombre, se cierne sobre las niñas indígenas de la Guajira.

En 1.823 una publicación de un periódico en Santa Marta, “Diario del Magdalena” anotaba la venta de menores en esa región vecina. Guillermo Henríquez Torres, historiador lo corrobora más tarde: “la mujer puede ser comprada y las madres Guajiras, por el asedio del hambre, vendían sus niñas a familias pudientes.” El periódico “El País” de Ciénaga en 1.924 se alarma de éste tráfico de niños Guajiros. García Márquez lo describe dramáticamente en su cuento “La Cándida Eréndira y su abuela desalmada. “y Álvaro Cepeda Samudio en “La Casa Grande” se refiere a la compra de campesinas por parte de ricos bananeros. En córdoba y Sucre es normal que los patrones adquieran muchachas nuevas y en el sur de Bolívar también.

Consultada una anciana de la provincia de Padilla, explicaba que cuando “la indígena se desarrollaba (menstruaba) las encierran. No tienen acceso a lo externo. Designan una sola persona para que tenga el contacto. Allí puede durar hasta un año, aprenden manualidades y hacen sus necesidades fisiológicas. Al salir del claustro, están disponibles para la negociación. Los tíos de la indígena, hermanos de la mamá, son los encargados. El papá no tiene ningún poder, no es nadie para ella en éste escenario cultural. Estos dineros se los gastan los tíos, en ron, comida y en velorios para enterrar muertos. Esto hoy se da en pueblos de más aglomeración de Wayuu, como Uribia, Maicao y Riohacha. Los montos de venta varían de acuerdo a la edad, la apariencia física y la casta indígena a la cual pertenece. La más valorada es la Epiayú. Existe una ranchería en Nazaret, reducto de inmigrantes españoles, generalmente blancas y ojos claros, muy apetecidas porque conservan los rasgos de su raza. Igualmente, en Barrancas, donde se asentó una colonia de italianos. Las que están saliendo a estudiar, ya tienen otro concepto y a pesar de sentirse orgullosas de sus ancestros, manifiestan no estar de acuerdo en ser vendidas como animales”.

Así que éste secreto a voces, que pretende llevar a Fabio Zuleta a la picota pública y al cadalso por supuestos feminicidios, no refleja sino el desconcierto de los gestores culturales y de nuestras gentes, que hemos presenciado como a los guerrilleros que con la estrategia del “Rapto de las sabinas” siguen secuestrando niñas inocentes para satisfacer sus necesidades en el monte, y después que están preñadas, las violentan con alambre de púas en una carnicería infame, para hacerlas abortar, A ellos el estado les regaló  insólitamente curules en el congreso como premio a sus asesinatos. A los paramilitares, que su jefe en ésta región Tayrona, reconoció públicamente en audiencia haber “desflorado” más de 400 menores de edad, que según él le entregaban sus padres en bandejas de plátano para que les regalara “Los Corotos”, el gobierno les decretó amnistía, solamente con pedir un disimulado y trasnochado perdón. Y esas voces indignadas, no se han percatado que en Santa Marta hay un tráfico sexual con niñas que son llevadas hasta los buques carboneros, que pagan en dólares a los proxenetas cuyos valores dependen si son vírgenes o de segunda mano, ante la complacida y bien remunerada complicidad de los inspectores de policía y de la secretaria de salud, ya que ellas regresan pringadas con enfermedades venéreas y propagan el virus en los vecindarios vulnerables de La Paz y Cristo Rey. Ni que decir de las menores de edad en Taganga, también raizales, en donde los extranjeros que han socavado y atrincherado su madriguera de vicio, las han infectado de tuberculosis, tifo, lepra y sida. Tampoco les ha llamado la atención a estos detractores de turno, averiguar e investigar quienes están detrás de los asesinatos de niños desaparecidos y monstruosamente asesinados para nutrir el mercado internacional de venta de órganos.

Nada de esto es nuevo aquí en el país del Sagrado Corazón de Jesús. En el Fondo Notarial del Archivo Histórico de la Gobernación, están en custodia escrituras desde 1.700 en donde consignan la venta de esclavas ya paridas o embarazadas, en donde el hacendado comprador, tenía derecho además de la madre, la niña que apenas empezaba a gatear sino también a la que vendría en el vientre.

Así como se abolió en los Estados Unidos la esclavitud tras la Guerra de Secesión, y en 1.850 en Colombia, se hace necesario erradicar de una vez por todas esta tradición cultural.

“Estos Fabio. ¡Ay dolor!, que ves ahora.

Campos de soledad, mustio collado,

Fueron un tiempo Itálica famosa”.

Canto a las ruinas de Itálica

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